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El bosque protector
Un paseo naturalista por la Amazonía ecuatoriana de Tena
Javier Leralta

Las aguas del río Tena bajan crecidas después de las fuertes lluvias de la madrugada. Es pronto, cerca de las siete de la mañana, y el sol empieza a evaporar las gotas de agua de la selva formando un velo que escapa de las garras de los grandes árboles del bosque. Un grupo de oropéndolas dorsirrojizas, con sus ojos celestes y plumas de color café y amarillo, vuela hacía sus nidos en forma de calcetín que cuelgan de las ramas de un gran ceibo que corona un cerro cercano donde algunas nubes bajas han quedado atrapadas.

Ecuador es la capital del reino de las aves: cuenta con un censo de 1.600 especies, el país con mayor número en relación a su superficie. Esta cifra multiplica por cuatro el número de especies de España y duplica el de Europa o Norteamérica. Un auténtico parque temático para los ornitólogos. El canto de una pava carunculada nos confirma el dato. Se trata de una discreta gallinácea negra de gran actividad crepuscular.  

Nos adentramos por el sendero Chuncho 1 de 3.200 metros de longitud que alcanza un maravilloso mirador del bosque protector Colonso, nombre de uno de los ríos que peinan esta enorme extensión de la Amazonía de Ecuador, en la provincia de Napo, cantón de Tena. Aquí se hermanan los andes orientales y la amazonía, la sierra y la selva, la serenidad andina y la salvaje naturaleza del bosque animado.

¡Cuidado! una rana venenosa de líneas amarillas salta desde la hoja de una bromelia asustada por nuestra presencia mientras el tamborileo de un carpinterito nos advierte de la hora del desayuno de este pájaro carpintero, aficionado a limpiar de larvas la corteza de los árboles.

EL PARAISO DE LAS ORQUIDEAS

Pronto se empina el sendero y el paseo se convierte en una deliciosa clase de botánica. Hoy toca estudiar helechos, bromelias, heliconias, ericaceas y orquídeas, una de las flores más hermosas de la tierra. En Ecuador hay censadas más de cuatro mil especies de las que mil son endémicas. Estas plantas son tan inteligentes que han inventado una estrategia de reproducción asombrosa.

Escucho con atención las explicaciones de los expertos. Me indican que algunas especies simulan el olor de una feromona femenina de insecto para atraer al macho con el fin de utilizarlo como medio de transporte de polen, almacenado en unos saquitos, otro sistema inteligente de evolución. Incluso han desarrollado otro método de seducción que consiste en imitar el olor a carne podrida que tanto atrae a las moscas y demás invertebrados. Cuando acuden a la llamada de la orquídea, los invitados se quedan sin banquete y a cambio deben hacer de porteadores trasladando los saquitos de polen al estigma de la flor.

EL BOSQUE ANIMADO

El suelo está embarrado por las últimas lluvias y ha conservado las huellas de los habitantes de la noche: zarigüeyas, osos de anteojos, margays -un pequeño leopardo-, pumas, puerco espines. El lodo es la cámara de vigilancia del bosque. Me cuentan que solo en la huella dejada por mi bota en el suelo viven más de mil quinientos organismos diferentes.

Llama la atención cómo los grandes árboles forman un pequeño jardín botánico de plantas epífitas como las orquídeas, joyapas o huaicundos. No se trata de plantas parásitas porque preparan su propio alimento y son una importante fuente de polen para colibríes, murciélagos e invertebrados. La mayoría luce un atractivo color rojo igual que algunas flores arbustivas como el llamativo beso de novia cuyos carnosos pétalos rojos se asemejan a los labios recién pintados de una bella mujer. Entonces el bosque protector se convierte en seductor y muestra su lado femenino.

 

 

LAS LIANAS, LOS TRANSPORTES PÚBLICOS DEL BOSQUE

El interior del bosque es oscuro y silencioso, húmedo y cálido a la vez, sereno e inquieto, siempre en plena actividad. De repente observamos como un delicioso colibrí de pico curvo se acerca a un platanillo, una de las heliconias más hermosas por sus tonos amarillos y rojos.

Una de las señas de identidad del bosque lluvioso es la liana, una planta leñosa que asciende por el tronco de los árboles hasta la copa para atrapar un poco de luz y producir su fotosíntesis. Si hiciéramos un corte en ella tendríamos una fuente de agua potable, fresca y natural. Curiosas plantas trepadoras que son un complemento alimenticio para los monos y las aves y un divertimento para los viajeros con ganas de imitar a Tarzán.

EL BOSQUE DE LA VIDA

El guía nos avisa de la proximidad del mirador del bosque protector y nos explica la importancia de los gigantes de la selva, los grandes árboles de 30 metros que luchan por alcanzar el cielo en busca del sol. En algunos rincones de la Amazonía se han contado hasta 200 especies por hectárea y muchos de ellos son auténticos monumentos naturales por la edad y el tamaño como los chunchos, ficus, canelos, guarangos, cedros rojos, arrayanes, ceibos.

Algunos están identificados por su gran valor como el avio, conocido por su látex, o la cascarilla, árbol del país, de gran importancia médica porque de su corteza se extraía la quinina, sustancia que salvó la vida de miles de personas afectadas por el paludismo. En España se le conoció con el nombre de quino o árbol de la quina, introducido por la condesa de Chinchón.

Comprobamos que el bosque protector es generoso y aporta sus frutos en beneficio de la comunidad. El sendero aporta energía, carbono, hidratos, nitrógeno, vitaminas, salud. Probamos la uva de árbol, dulce y refrescante, y el fruto del pitón, la naranjilla silvestre, la guayaba, la guabilla, la guaba, la chirimoya y así hasta 40 frutos comestibles, todos de sabor agradable, diferente, único. Entre el 50 y el 80 por ciento de los árboles de la selva amazónica producen frutas como mecanismo de propagación, de ahí la diversidad y disponibilidad de alimento para las aves, principales culpables de la abundancia de especies arbóreas. En cualquier momento y época del año se pueden encontrar frutos silvestres aunque de diferente calidad.

LAS HORMIGAS CORTAHOJAS Y LOS ÁRBOLES MÓVILES

Nos cruzamos con un batallón de hormigas corta hojas, en perfecta formación, trasladando a hombros sus tesoros que luego acumulan para producir un tipo de hongo que les sirve de alimento. Hasta el invertebrado más pequeño transmite sabiduría y conocimiento. Un grupo de arañas se afanan en zurcir su dañada tela mientras unos gruñidos nos advierten de la presencia de una guatusa, especie de rata gigante, considerada el roedor más grande del planeta. Está molesta porque no encuentra la semilla que escondió hace días. Su mala memoria permite la dispersión de las plantas.

No solo los ornitólogos y biólogos acuden a la llamada de la Amazonía, los entomólogos, los amigos de los invertebrados, tienen en este rincón del planeta uno de sus santuarios, sobre todo los aficionados y estudiosos de las mariposas que pueden encontrar unas 1.200 especies, el 6 por ciento del total de lepidópteros conocidos.

Me llama la atención un curioso árbol móvil cuyas raíces externas se desplazan en busca de agua. Se trata de una palma que los kichwas llaman pushihua y destaca por sus múltiples raíces que forman un cono en la base del árbol a partir del cual se yergue el tronco. Sus hojas pueden medir hasta cinco metros y es uno de los árboles más comunes, uno más de los muchos que con sus hojas alfombra el suelo de hojarasca donde se cultiva el rico humus que produce la gran diversidad de hongos del país, unas 2.500 especies.

LOS SONIDOS DEL BOSQUE

Hoy no hemos tenido suerte con el avistamiento de una de las joyas de este rincón de la Amazonía de Tena, el tucán de mandíbula negra, la única especie andina de pecho amarillo, una maravilla de la naturaleza. Hay ornitólogos que cruzan medio mundo para verlo. Tampoco hemos visto al gracioso coatí ni al mono lanudo, algunos de hábitos nocturnos, pero seguro que ellos nos han observado desde la espesura del bosque, igual que la grandiosa anaconda, dormitando en alguna charca o en una rama alta.

En cambio hemos tenido la fortuna de observar algún jacamar pechicobrizo, especializado en insectos voladores como delata su pico largo y delgado, una preciosa parejita de eufonías ventrinaranjas, con su plumaje azul y amarillo, varias especies de tangaras y hasta un alasable del Napo, un hermoso colibrí multicolor de tonos metálicos, a veces azul y a veces verde en función de la luz.

En nuestro particular censo hemos llegado a contar hasta 40 especies de aves. En otoño, cumpliendo con los ciclos migratorios, el bosque se llena de nuevos inquilinos como la reinita collareja, el pibí oriental o el zorzal de Swainson, más sonidos y más colores que enriquecen el sendero y despiertan los sentidos, algunos de ellos atrofiados por las prisas de las ciudades.

LA CASCADA PACHIMBI, LA ARMONIA DEL BOSQUE PROTECTOR

El paseo alcanza su cota máxima en un espectacular mirador que muestra toda la grandeza del bosque protector Colonso, un trocito de la Amazonía ecuatoriana que sirve de aula de interpretación para explicar la grandeza de la selva y el importante papel que juega en el difícil equilibrio ambiental del planeta. Las comunidades indígenas, kichwas y huaoranis entre otras, siempre fueron los primeros conservacionistas de la selva, conscientes de que la madre tierra les ofrece la vida a cambio de protección y respeto.

Los vuelos de los elanios tijeretas, una rapaz de llamativa cola en forma de V, nos aleja la mirada hacia el cielo, allí donde se pierde el espeso manto verde del bosque protector. El guía me invita a continuar el camino para visitar otro monumento natural, la cascada Pachimbi, una elegante ducha de agua fría que me despierta del sueño porque lo que veo es verdad, un hermoso salto de agua de 30 metros que descarga toda su energía y caudal en una apacible charca transparente de arena blanca, producto de la disolución del granito, la roca dominante en el lugar.

 

LOS NUTRITIVOS GUSANOS DE LA CHONTA

De vuelta al lugar de partida, pasamos por delante de una chonta, un tipo de palmera que una vez talada produce unos nutritivos gusanos de cabeza negra –de nombre chontacuro- muy apreciados en el cercano cantón de Archidona donde hay lugares preparados con parrillas para su consumo y cuyo aceite combate los problemas respiratorios, óseos y sexuales según los nativos de la Amazonía, auténticos sabios en medicina natural. Sí, la medicina natural, otro de los ingredientes secretos del bosque protector.

Me cuentan que la madera de la chonta sirve para fabricar barriles de licor y armas punzantes y que del cogollo tierno se extrae un delicioso palmito. Lo probé y doy fe de ello. Después de estas explicaciones el reloj biológico marca la hora del almuerzo. Tomaremos unas frutas silvestres y una deliciosa tilapia, un pescado blanco muy común por estas tierras.

Amiga Amazonía, gracias por las lecciones de naturaleza y vida recibidas.

+ info: www.amazoniaturistica.com l www.tena.gob.ec l http://www.youtube.com/tenaturistico volver